El 12 de octubre celebramos el Día del
Respeto a la Diversidad Cultural. Esta fecha recibió muchos nombres: Día de la Raza , Día de la Hispanidad , Día del
Encuentro…y conmemoraba la llegada de Cristóbal Colón a América. Desde el año 2010, el cambio de denominación
ha pretendido otorgar a dicha fecha un significado acorde al valor que asigna
nuestra Constitución Nacional y varias
declaraciones de derechos humanos a la diversidad étnica y cultural de todos
los pueblos.
El continente americano tiene un pasado y presente signado por la presencia de grupos culturales diversos
que tejieron una historia de dominación, mestizaje, exclusión, convivencia,
comunicación e incomunicación. El respeto a la diversidad cultural implica la
coexistencia pacífica de los diferentes grupos culturales que habitan un
espacio y el compromiso de salvaguardar sus manifestaciones culturales.
Pretendemos que esta conmemoración promueva la reflexión acerca de la historia y la posibilidad de diálogo entre
culturas. También, el reconocimiento efectivo de los Derechos Humanos de
nuestros pueblos originarios, tal como lo establece la Constitución Nacional
en sus artículos sobre la igualdad de las personas, dándoles la garantía del
respeto a la identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural.
Palabras alusivas
Hace más de quinientos años, España y
América se enfrentaron antes que nadie al problema del otro: el contacto
con hombres y mujeres diferentes, de
otra cultura.Ese contacto entre la cultura indígena y la española estuvo marcado por el
desencuentro. Primero fue la
incomunicación, los unos y los otros se asumieron, mutuamente, desde su propio
universo cultural enviándose mensajes que nunca fueron recibidos o cuyos signos
fueron interpretados de manera equivocada. Los europeos pretendían comunicarse con mensajes lingüísticos, mientras que los
indígenas pusieron el acento en sus rituales cargados de simbolización. Inmediatamente
después vino el despojo, la explotación, la muerte, junto a un violento proceso
de invasión y aculturación.
Los europeos no solo silenciaron la
palabra y la voz de los pueblos originarios de América; además desconocieron su
modo de entender el mundo, esa
cosmogonía donde radican la esencia y la originalidad de nuestros pueblos. No escucharlas es negarnos a comprender.
Este fenómeno se repite hoy a escala
mundial, vivimos en un tiempo de
migraciones, de movimientos constantes de población tras diferentes búsquedas:
hospitalidad, trabajo, paz; pero el encuentro con el semejante y diferente a la
vez, sigue siendo un problema.
Quizás, desde aquel tiempo de
conquista a esta parte, el pretendido
lugar de encuentro de culturas esté marcado por la supremacía de un
“nosotros”, blanco y occidental por sobre un “otro” históricamente negado, invisibilizado
entre los “nadies” de los que dijo el escritor Eduardo Galeano:
“Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal (…)”
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal (…)”
¿Cómo generar un nuevo
modelo de convivencia humana que posibilite el respeto a la diversidad
cultural? Según la antropóloga Dolores Juliano, con una modificación en la
interpretación de nosotros mismos. Es decir, para recibir aportes del otro,
tenemos que dejar de ver nuestra cultura como algo completo, acabado y que se
puede desintegrar con el contacto de otros. Tenemos que pensarla como formando
parte de un proceso en el cual se desechan algunas cosas y se incorporan
elementos nuevos. Debemos aprender que nuestras soluciones pueden ser modificadas,
porque nosotros estamos en movimiento, creciendo, aprendiendo y los otros
también están en proceso de cambio de sus patrones culturales. Esto da la
oportunidad de enriquecimiento mutuo.
En esta conmemoración,
pensemos que la disposición a escuchar,
es una decisión fundamental que nadie puede tomar por nosotros, porque
escuchar presupone estar dispuesto a callar, a hacer silencio de nuestra
palabra, o modo de pensar, para dar lugar al otro. Y éste es un primer desafío en la aceptación
de la diversidad cultural como potenciadora de crecimiento.
Profesora Claudia Benaglia
PROPUESTAS PARA
PROMOVER LA REFLEXIÓN Y
EL DIÁLOGO
A)
Se invita a los alumnos a expresar sus ideas con respecto al texto
disparador que se les presentó la semana anterior.
B)
“Cada cultura pregunta y responde,
desde su contexto y su sensibilidad, construyendo un ámbito de significación
propio.”
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